"Elegir no es coger la parte más favorable, si no, entender y saber sin cual se puede, o no, vivir."





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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Capítulo 1: Nueva etapa. SEGUNDA PARTE.

Se despertó en su cama, tapada con las mantas y con su pijama favorito puesto. Supuso que la habría arropado su madre y se levantó de un salto. Sabía que hoy cambiaría su vida. Lo que no sabía era si para bien o para mal. Se puso sus vaqueros de los sábados y su camiseta de los martes. Lisa era tan sumamente ordenada que tenía una muda para cada día de la semana. Se peinó y se retocó un poco los ojos con su eye liner y se puso un poco de brillo en los labios. Salió de la habitación a paso ligero, en el salón estaba su padre, sentado en su butaca y leyendo el periódico mientras tomaba el café. Lisa siguió su camino hasta la cocina. Desde allí escuchó a su padre.
-¡No olvides desayunar bien princesa!, te espera un largo viaje.
Lisa hizo como que no lo escuchaba y se sentó en la mesa, cogió una tostada y un vaso de nesquick Desayuno de prisa y fregó lo que había ensuciado.
-¿Has dormido bien?- le preguntó su madre.
-Genial, espero que tú no –comentó bajito Lisa.
-¡Lisie!-chilló su padre desde el salón- Ya que has acabado coge la maleta. Nos vamos.
Lisa obedeció de mala gana. De su madre se esperaba cualquier cosa. De su “adorado” padre, no. Cogió la maleta sin esforzarse mucho y quejándose cada dos segundos, porque sabía que eso ponía nerviosa a su madre.
-Para ya Lisa. No me hace gracia-replicaba la señora Blatnik.
-No te estoy contando un chiste. No tienes porqué reírte, mamá- recalcó la palabra mamá poniendo muecas. Hoy se había despertado muy sarcástica y eso le gustaba.
-Bien chicas, nos vamos-anunció el padre de Lisa.
-¡OH!, no me había dado cuenta papi. Gracias por avisar a la nena, no vaya a ser que se quedase aquí y se la comieran los tiburones-comentó entre risas.
-Te crees muy graciosa, ¿verdad?-preguntó su madre con una sonrisa malévola en la boca- A ver si sigues así en casa de tu abuela.
Lisa cambió su expresión. Ahora estaba furiosa, demasiado furiosa. Si tuviera que enfrentarse a su profesor de sociales ahora mismo, lo vencería solo con mirarlo. Chispeaba fuego, parecía el dragón de Shreck. Dejó pasar el comentario de su madre y enchufó su ipod. El viaje fue largo. Sus padres cantaban al unísono una canción que a Lisa le causaba escalofríos. Mientras ella miraba a cada rato su precioso reloj, un valioso tesoro que le había regalado su hermano. No pudo evitar derramar una lágrima insonora y secársela al momento. Lisa es de las pocas personas que odian llorar delante de la gente.
Por fin llegaron a Dermothville. La entrada al pueblo era...en una palabra, verde. Todo estaba lleno de árboles de un verde intenso, casi cegador. Por el cielo se asomaba un sol reluciente adornado de nubes blancas como la cara de su madre cuando no le valía una falda. Revoloteaban mariposas y mosquitos tan alegres que Lisa sintió cosquillas en el estómago que le anunciaban las ganas que sentía de vomitar. Sus padres se dieron cuenta pero la ignoraron. Ella siguió observando la ensalada como ella le llamaba a aquel pueblo, que cambiaba de paisaje en dos segundos. Ahora se veían casas y una colina muy alta al fondo. Se sentía el viento golpear las hojas de los árboles y se escuchaba el ruido de las moscas. El coche se detuvo delante de una casa de cuatro pisos. Estaba rodeada de una valla blanca que daba paso a un jardín lleno de enanitos. Al fondo se veía una piscina con flotadores de colores y una mesa de hierro blanco.
No tenía mal aspecto por fuera, aun así, esto no quitaba el asco que Lisa sentía por tener que pasar aquí el verano. Sus padres bajaron del coche y le hicieron señas para que ella los imitase. Salió y pegó un portazo.
-Sonríe un poco, no seas mal educada.-le ordenó su madre.
-Y pórtate bien con la abuela, no la hagas enfadar y ayúdala- le dijo su padre con cierta dulzura.
-¿Que soy yo?, ¿Su invitada o su chacha?- murmuró Lisa en voz baja.
-No olvides llamarnos cada dos días, mi niña. Ya estas creciendo-le decía su madre mientras la acariciaba.
-Como si te importara lo que me pase...-le contestó Lisa de mala gana.
-Bueno vamos a llamar al timbre, solo vas a estar aquí un mes.-le dijo su padre con tono alentador.
<Que consuelo> pensó Lisa para sus adentros. Llamaron al timbre y salió una señora de unos cincuenta años de edad, lucía un vestido floreado a la altura de los tobillos. Llevaba el pelo alborotado en una melena blanca como la nieve. Sus pendientes eran de oro y de ellos colgaba una perla. La señora les sonrió.
-Hola hijo-dijo con una gran sonrisa mientras abrazaba al señor Hurley.
-Hola Stephanie, estas cada vez mejor- le dió dos besos y la abrazó.
- ¿Y tu?, ¡como has crecido!- le susurro al oído mientras abrazaba a Lisa.
A Lisa no le hacía gracia tener que pasar aquí el verano, pero por lo menos su abuela tenía buen gusto al vestir, seguro que podrían discutir el mal gusto de las actrices o hablar de chicos. Parecía muy tierna. <Algo bueno tenía que tener esto>pensó.
Luego entró a la casa seguida de sus padres. Lo primero que vio fue un recibidor adornado con tulipanes y margaritas. Sus padres le habían mencionado que la abuela Beatriz vivió en Holanda unos años y que le encantaban las flores. La habían avisado que no se sorprendiese si viese la casa llena de tulipanes (flores típicas de Holanda). Al final de un largo pasillo se veía una escalera muy larga, < ¿A donde llevara eso?> se preguntó. Luego cayo en la cuenta de que la casa tenía cuatro pisos, y la pregunta le resulto bastante patética. Su abuela se metió en la primera sala a la izquierda, la cocina. Era una cocina estilo francesa. Llena de bordados y con cuadros muy bonitos. En uno aparecía ella delante del Museo del Louvre.
-¿Has estado en Paris?- preguntó Lisa emocionada.
Sus padres se sonrieron dando a entender que Lisa empezaba a coger cariño a la abuela.
-Si, y en Grecia, Roma, Túnez, China y Polinesia.-respondió la abuela sonriendo.
-¡OH!, tienes que contarme experiencias, yo siempre he querido ir a Grecia.-comentó Lisa mientras cogió del brazo a su abuela y se la llevó sonriendo.
-Claro hija. Las que tu quieras-le respondió la abuelita.
Sus padres se quedaron charlando.
-Ves cariño, al final no va a ser tan grave- comentó el señor Hurley.
-Eso espero Zachary. Esta niña pronto monta un drama.-le dijo preocupada mientras caminaba hacia donde estaban Lisa y su abuela.

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