"Elegir no es coger la parte más favorable, si no, entender y saber sin cual se puede, o no, vivir."





ESTA NOVELA ES TODA MIA. CUALQUIER USO DE ELLA SIN MI CONSENTIMIENTO PUEDE OCASIONAR PROBLEMAS LEGALES. DISFRUTEN DE LA LECTURA Y ¡GRACIAS POR LA VISITA!

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Capítulo 3: El culpable SEGUNDA PARTE

La abuela fue la primera persona que vio al volver a la vida, tenía un vaso de agua en las manos.
-Toma Lisa, bebe algo.
-No quiero, gracias.
-¿Quieres que nos vayamos?- preguntó.
- No, quiero verla. – respondió Lisa tiritando.
La dejaron pasar a la habitación y Lisa se sentó al lado de su madre, donde había estado apunto de hacerla feliz. Le quitó la sábana de la cabeza y la acarició.
-Sigues siendo hermosa, mami. Ya sé a quien he salido. Seguro que en el cielo vas a ser una reina. Ahora podrás ver a Jonnhy. Dale recuerdos y dile que lo quiero. También dile a papa que su princesa lo echa de menos y que lo adora. Dijo Lisa intentando sonreír.
-Venga hija, vamonos- le ordenó su abuela.
-¡No!, vete. Esperame fuera. Quiero despedirme.
La abuela salió de la habitación. Y  Lisa le puso una flor en el pelo a su madre. Luego le besó en la mejilla.
-          Realmente eres una princesa. Te quiero, mamá.
Lisa salió de la habitación menos pálida que antes. Bajaron otra vez en el ascensor. Esta vez el niño y la señora no estaban. Al llegar a la planta baja se sentó en una silla.
-Ven, abuela. Quiero preguntarte algo.
La abuela le obedeció.
-¿Fue un accidente de coche verdad?- preguntó Lisa.
-Sí.
-¿Y fue por culpa de otra persona?
- Eso da igual- dijo su abuela que ya sabía por donde iban los tiros...
- No da igual. Contéstame.
- Bueno...-balbuceó la abuela- Sí. Un hombre que iba borracho los empujó fuera de la carretera y cayeron por un barranco.- dijo la abuela entristecida.
-¡OH!, bien. Vamonos quiero descansar.- dijo Lisa con tono pasivo.
Llegaron a casa y Lisa le dijo a la abuela que quería dormir. Que no la molestase. Y su abuela, muy inocente, le hizo caso. Lisa engancho tres sabanas y las tiró por la ventana. Bajó deslizándose por ellas y pidió un taxi.
-Al hospital- le dijo al taxista.
Al llegar le pagó y entró. Jane, la recepcionista, seguía en su puesto. Mirando un ordenador y escribiendo papeles.
-          Hola. ¿Han ingresado a un conductor herido hoy?- preguntó Lisa.
-          Si, planta 5, habitación 488.
-          Gracias.
Lisa subió por las escaleras corriendo. Llegó antes que el ascensor. Buscó la habitación del asesino de sus padres y cuando la tuvo enfrente, suspiró y entró.
- Hola- dijo ella sonriendo.
- ¿Te conozco?- preguntó el hombre.
Ella movió la cabeza de un lado a otro examinándolo sin contestar.
-¿No me has oído niña?, te he preguntado si te conozco.
Ella se acercó a él.
- ¿Has sido malo hoy?- preguntó intentando parecer malévola.
- ¿Que?, ¡Que dices!
- Estabas tan borracho que no te acuerdas, desgraciado– le dijo Lisa mirándolo con   odio- Por tu culpa mis padres han muerto. ¿No te enseñaron que  no se conduce borracho? ¡Eres un asesino!
- Lo-Lo siento- balbuceó.
-¿Que lo sientes?, voy a ser tu peor pesadilla. Voy a acabar con lo que mas quieres, tu familia.
- No por favor, ellos no tienen la culpa- suplicó.
- ¿Y mis padres si la tenían?
- No quería hacerles daño, perdón- susurró lleno de arrepentimiento.
- Tu perdón no me los va a devolver-dijo ella sonriendo.
- No le hagas nada a mis hijos- suplicó una vez más el hombre.
- Yo no soy como tu, no soy una asesina. ¡Asesino!, ¡Asesino!- le chilló mientras se le lanzó a la cara arañándolo y pegándole.
Alguien la agarró por detrás y la apartó.
-          Para quieta, o tendrás problemas-le dijo el enfermero que la sostenía.
-          Esta basura, le arrancó la vida a mis padres. Ellos se merecían vivir, tu no. ¡Te voy a aplastar como a una cucaracha!-le gritó llena de odio y furia.
La sacaron fuera. Se tranquilizó y abandonó el hospital como le ordenó el enfermero. Pero se había quedado muy a gusto. Aunque nada de eso iba a hacer que sus padres volviesen, ella había obtenido una suplica y había visto el dolor y el sufrimiento en los ojos de ese asesino. Eso la llenaba de fuerza para seguir adelante. Ahora mas que nunca iba a demostrarles a su familia que Elisa Hurley Blatnik puede con todo, ¡Ella sola!. Sí, lo iba a hacer.
Cuando su padre le enseñó a nadar ella no quería soltarse y su padre le decía:
-          Se valiente princesa, tú puedes.
Recordar las cálidas palabras de su padre le hacían estremecerse. Ahora ya era demasiado tarde para hacer todo lo que tenían que hacer. Su padre siempre había querido ir a New Jersey y ahora ya era demasiado tarde, un sueño sin cumplir que se unía a la colección. A veces Lisa pensaba que si se merecía lo que le estaba pasando. Había sido tan egoísta y superficial que nunca se había dado cuenta de lo que verdad importa, como le dijo la abuela. Ahora mas que nunca iba a encontrar el tesoro de Sicilia. Lo haría en honor a sus padres. Encontraría algo que los comunicase con ella, algo mágico, algo distinto.
Lisa llegó a casa, la abuela la miro y capto que no quería hablar del tema, que la dejasen en paz. Entonces se calló y se volvió a meter en la cocina.
Lisa subió a la habitación y se sentó en el tocador. Se parecía tanto a su madre. Ver la en aquella cama, pálida y blanca como la nieve, le había echo darse cuenta que eran dos gotas de agua. Dos gotas que se habían separado y no habían encontrado el camino. Lisa empezó a llorar, se tiro del pelo de la rabia, soltó un chillido y luego se tranquilizo. Parecía una enferma, pero su situación no era la más recomendable, así que no se preocupo de la apariencia. La abuela tocó la puerta y entró.
-          ¿Estas bien Lisie?, he oído chillar y ...
-          Estoy –respondió Lis.
-          Entiendo, baja y tomamos un té. Te vendrá bien.
Lisa bajó con la abuela, era la única persona que le quedaba. Sus primos vivían lejos y sus abuelos maternos habían muerto. Entraron en el salón y Lisa se sentó al lado de la ventana.
-          Voy a por el té – le informó la abuela.
Lisa no contestó. Cuando la abuela entró la vio quieta y fría. Mirando hacia la ventana como si estuviese viendo un fantasma. Beatriz se asustó.
-          Niña, toma, está caliente- le dijo mientras le tendía una tacita de porcelana.
-          Gracias – contestó Lisa aun mirando para la ventana.
La abuela la observó. Tenía la mirada perdida, no encontraba un sitio fijo al que mirar. Parecía que se fuese a desplomar en cualquier instante. Y entonces... habló.
-          Oye abuela, el FreeRiver está cerca, ¿verdad?
-          Sí. ¿Quieres que te acompañe? – pregunto la abuela con dulzura.
-          No. Prefiero ir sola. Tú solo cómprame un mapa.
La abuela se levantó y subió las escaleras. Lisa seguía mirando a la nada. Antes hacía un día tan bueno y ahora llovía.  El tiempo es como las personas cambia según las emociones y los sentimientos. La abuela volvió a entrar en el salón, esta vez con algo entre las manos. Se lo tendió a Lisa y le dijo:
-          Toma, un mapa de DermothVille.
-          Gracias, abuela.
Tomaron el té en silencio. La abuela le había ofrecido tarta de almendras, pastas, galletas, bizcocho... pero Lisa no había probado nada. No tenía fuerzas ni hambre para comer. Se sentía débil y abatida. Como en una nube que en cualquier momento descargase todo su contenido. En unos segundos Lisa hizo exactamente eso, empezó a llorar.
-          Lisa, se que este es un mal momento pero... mañana entierran a tus padres.
-          ¿Que?, ¿Donde?
-          Aquí, en el cementerio –respondió la abuela un poco triste.
-          Oh... – balbuceó Lisa en un intentó por hablar.
-          ¿Vas a venir?
-           Claro, abuela. No te dejaré sola. Pero tengo que avisar a la familia de mamá y a todas sus amigas.
-          Déjame la agenda. Ya lo hago yo-dijo la abuela con una sonrisa fingida.

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